lunes, 12 de diciembre de 2011

RECUERDOS DE JESÚS, mi hermano (II)

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Amancio, mi padre, deja la pintura temporalmente porqque, perfeccionista como era, estando trabajando en su taller, en los bajos de la plaza del Carmen, como se le ocurriese cómo mejorar una luz, un volumen o cualquier detalle del último cuadro que estuviese pintando, se escapaba los tres tramos de escalera que lo separaban de casa y cogía paleta y pinceles, y daba una pincelada aquí, un brochazo allá, hasta quedar satisfecho. Esto no se lo podía permitir su estricta disciplina de trabajador con, ya, 5 hijos que alimentar , y, con hondo pesar, colgó por unos años su caja de óleos, aunque siempre tuvo a mano algún lienzo para volver a pintar.
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Toda esa gente (mencionada en la 1ª parte) se movía por nuestra humilde casa de la plaza del Carmen, bajo la mirada de la torre de Mangana.
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Pero había más gente importante. El secretario general de la Dirección General de Prensa, Manuel Camacho y de Ciria, que había sido Director General de Música con el ministro De la Cierva.
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Y Emilio Sánchez Pintado, hombre de López Rodó, de los "LOpus", el de los planes de desarrollo, al que en 1971 se le concedió la Encomienda con placa del Orden Imperial del Yugo y las Flechas -toma ya!- De Sánchez Pintado y su mujer tenemos los hermanos numerosas anécdotas, como el odio de su mujer, inglesa, hacia todo lo alemán desde que había sufrido los bombardeos de la 2ª guerra mundial. Y los objetos con los que obsequiaba a mi padre. Cuando muera Sánchez Pintado contaré alguna indiscreción política de los años 75 y posteriores.
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Y otra persona importantísima fue un conquense que trabajaba en Madrid, le recuerdo en el Readers Digest. Era David Ortega y su mujer Piluca. Y el doctor Felix Serrano Muñoz, eminente cirujano que trabajó muchos años en la clínica de la Concepción y abrió a mi padre la posibilidad de trabajar para muchos compañeros suyos de la medicina, aquí en Madrid.
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Amancio tenía una fuerte personalidad pero era muy tímido, por eso, cuando venía a Madrid a tomar medidas para hacer los muebles, comprar maderas en la calle Ponzano, pieles en Baranda, , en Atocha, lámparas en Argüelles, lámparas Caballero, telas en Tapicerías Serrano, barnices, pinturas... , siempre nos traía a uno de sus hijos, sobre todo a los tres mayores, sobre todo a mí.
Recuerdo que estábamos en casa de un profesor de Universidad, cuyo nombre lamento no recordar, el día en que asesinaron en la DGT a Enrique Ruano: el nerviosismo de la hija mayor de la casa, las llamadas por teléfono...
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Mi padre siempre fue un hombre de izquierdas que tuvo que esconder sus ideales mucho tiempo, porque la gente que podía pagar sus trabajos no era de nuestra cuerda precisamente. Recordaba con orgullo que vendía ejemplares de "Mundo Obrero" durante la guerra, que a él le pilló muy joven. Admiró a su hermano Camilo, que se fue voluntario con los comunistas y que se libró, al acabar la guerra, gracias a los oficios de un cura buen amigo de la familia. Y se hizo militar, bueno, músico militar.
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Volviendo a los amigos de Amancio, recordaré toda mi vida como Manuel Camacho y su mujer le propusieron a mi padre el que me dejasen con ellos -no tenían hijos- y que se encargarían de mi educación. Evidentemente mis padres no aceptaron tan generosa oferta ( ¡qué sería ahora de mí! )
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En el año 1962, unos días después de morir el abuelo Isidoro, su padre, le tocó un Renault Gordini a Magdalena, así siempre lo hemos dicho en casa: el coche le tocó a mi madre.
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El trabajo le iba estupendamente y llegó a tener en el taller a Ángel Velasco y Felix Melero como oficiales, a Santiago como ayudante y hasta 2 ó 3 aprendices.
Amancio siempre tuvo a gala ser el ebanista que mejor pagaba a sus operarios.
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Pero nos cambiamos a vivir al parque de San Julián, una vivienda nueva donde uno de los promotores era el poeta Federico Muelas. Los vecinos eran hombres de estudios, médicos, ingenieros, arquitectos, abogados, ingenieros... Mi padre había comprado además un ático que quería usar como estudio. Pero se enteró que no lo podía escriturar porque excedía el volumen aprobado en la construcción.
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Por supuesto que habló con los promotores, constructores, arquitecto, que era vecino, que trataron de convencerlo de que eso era normal, que todo estaba hablado con quien tuviese que ser.
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Pero Amancio no se dejó convencer y devolvió el estudio.
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A partir de ahí todo fueron zancadillas y trampas para hacernos la vida imposible. No éramos ni de su clase social ni de su secta, casi todos eran del Opus Dei. Así que en el año nos fuimos a la que sería su última casa, al parque de los Moralejos.
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Durante muchos años nosotros poníamos que vivíamos en el Edificio Júcar porque, mirad la fecha, no se le ocurrió al alcalde otra cosa que llamar a la calle Carrero Blanco. Menos mal que se le cambió por otra más adecuada, Fernando Zóbel. Pero antes de conseguir "expulsarnos" del Parque de San Julián, nº 4, 6º B, losgraron que mi padre "regalase", con hondo pesar de nuestros corazones, el mobiliario principal de la iglesia de san Francisco porque, otra vez el arquitecto del Opus y otros vecinos, habían regalado su proyecto a la iglesia y ahora le tocaba a mi padre materializarlo. Nunca mejor dicho lo de materializar porque había que regalar, no sólo el trabajo, sino también las maderas y el resto de materiales. Yo, está claro, no les tengo mucho cariño a estos vecinos del Parque.
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Mi padre ha conseguido la admiración y, lo que es más, la amistad de gentes de edades muy diversas. Adolfo G. de la Iglesia fue alumno mío allá por el año 76.
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En el año 80, Amancio, Magdalena, Rosa y yo hicimos un viaje, la ruta de los poetas la llamó. Se casaba mi prima Jesu en Córdoba y hacia allí fuimos, pero pasando por Alicante. La prisión donde murió Miquel Hernández y el cementerio, donde mi padre hizo su ofrenda. Y Orihuela. Luego a Granada, la finca de la Huerta de San Vicente, la calle Ángulo, donde habían vivido los Rosales y, por último Víznar y Alfácar, la fuente grande, donde Federico pasó sus últimas horas. ¡Cómo admiraba Amamcio a Miguel Hernández, pero más a Federico, porque siendo rico, había querido mejorar la vida de los humildes!.
En una ocasión, varios amigos hicieron una audición de "La casa de Bernarda Alba" . Alguno de ellos -yo sé bien quién fue- al acabar el último disco dijo: "Ahora entendemos mejor por qué matamos a ese cabrón". Mi padre no dijo palabra, pero se le quedó en el alma clavada la puta frase para siempre.
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Con Amancio hemos hecho, en nuestra casa del Parque de San Julián, miles de fotografías, aprendiendo las técnicas del revelado y del positivado hasta llegar a hacer fotografías de 2 x 2 metros en las madrugadas de los domingos para que la luz no velase los rollos de papel fotográfico.
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Y he añorado largos años las excursiones a Chillarón, a 11 Km. de Cuenca, cuando volvíamos Choni, Amancio hijo y yo con la cara negra de la carbonilla del tren. Íbamos andando y volvíamos en los vagones de 3ª. ¡Qué ricos estaban los bocadillos de escabeche que nos preparaba Magdalena!
Y a la Cueva del Fraile, a la Cueva de la Zarza, a los cerros para sacar fotografías de su querida Cuenca, desde todos los rincones y todas las horas.
Él fue el primero en hacer la foto del "Retablo conquense" desde el cerro que se ve la catedral, San Miguel y las callejuelas aledañas.
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Siempre buscaba mejorar lo realizado. Por eso repetía sus escritos aún después de publicados, puliendo el léxico, intentando ser más preciso.
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Como trabajador autónomo no tuvo, hasta bien tarde, Seguridad Social.
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Desde que, en el año 88, fue operado de corazón en el Hospital de La Princesa, guardó siempre una tremenda gratitud hacia la generosidad de todos los que aportan, con sus impuestos, los fondos necesarios paara que, hoy en día, todos tengamos acceso a una sanidad pública, gratuíta y de calidad.
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Era, la Seguridad Social, el milagro más grande jamás logrado.
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Le había gustado mucho la polémica, pero en sus últimos años, los que vivió como una prórroga, intentaba pacificar las discusiones, aunque fueran políticas, tema que le entusiasmaba desde que dejó de trabajar y pudo expresarse libremente.
(En una ocasión, Vicente, su amigo taxista con el que hemos hecho incontables viajes a Madrid, le dijo: "Ten cuidado, Amancio, que algunos que se llaman amigos tuyos no lo son tanto. He oído a Axxx y a Cxxx como hablaban mal de ti por ser de izquierdas".
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Así es Cuenca, la ciudad en la que vivió desde los 8 años y que nunca dejó de enamorarlo.
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Cuando en la fría y lluviosa tarde del 5 de noviembre, iba esparciendo virutas sobre su ataúd, pensaba en todo el mundo
que él fue capaz de abrirnos cuando éramos niños: la pintura - el día que nos enseñó El entierro del conde de Orgaz-, la literatura, ¿os acordáis de aquellas ediciones carísimas de diversos autores de Editorial Aguilar, con letra minúscula y ese papel tan fino que parecía que se rasgaría a cada instante?
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Y no faltaban en su discoteca obras de teatro, o poemas, o "Platero y yo" recitado por Rafael de Penagos.
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Y los domingos, que nos llevaba a su cama y nos ponía música clásica, y nos explicaba, como si fuese un cicerone, lo que se veía a través de la música.
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Éste es mi pequeño homenaje para Amancio, un hombre grande y humilde en el trato de los demás, que me enseñó la importancia el trabajo en el día a día.
También que el que quiere enseñar, debe estar dispuesto siempre a aprender. Y también me enseñó a apreciar y a respetar a los maestros, es decir a todos aquellos que te enseñan, mayores o chicos, pero a elegir a los maestros.
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Jesús Contreras Castellano
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noviembre de 2011
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Añado, a continuación, un enlace del Día de Cuenca, de amigos que también quisieron despedirse de él.
(páginas 14 y 15)
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11 comentarios:

  1. Jesús, guardas más recuerdos que yo. La última vez que estuve con nuestro padre en Madrid fue en el 75. Tuve 5 días de vacaciones, oficialmente de luto. Acababa de morir el dictador y Amancio tenía previsto un viaje a Madrid. Había mucha expectación, y mucho miedo, ante lo que podía acontecer. Así que le dije que yo lo acompañaría. Aceptó encantado. El cadaver estaba de cuerpo presente pero yo no encontré nada diferente en Madrid. Las gentes seguían con su trajín diario.
    En un viaje anterior, años ha, en Tapicerías Serrano, Lázaro -¿se llamaba así el dependiente que atendía siempre a nuestro padre?- nos indicó que allí se encontraba la hermana de Franco. Rechoncheta, vestida de negro, sentada en una silla, "espatarrancá", con las medias negras recogidas por encima de las rodillas que dejaban ver una piel extremadamente blanca.
    ¡Qué bien que olía a madera el almacén de los Agulló!

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  2. Maderas Agulló, en la calle Ponzano. Recuerdos de ver pasar y ayudar a pasar cientos de tableros contrachapados para encontrar los que le gustaban a Amancio.
    Sí, era Lázaro el dependiente de Tapicerías Serrano. Era de un pueblo de Cuenca, no recuerdo cuál. La de horas que nos hemos pasado ahí eligiendo telas para las tapicerías y las cortinas de los clientes porque nuestro padre, además de amueblar, decoraba las casas sin cobrar por ello. Al lado de T Serrano, en la calle Serrano, había una tienda de animales, donde compramos a Pino, la tortuga.Me la compró a mí por haber aprobado 5º de bachillerato.
    Hay muchos, muchos recuerdos. Yo estuve en Madrid en "mi último viaje profesional" con él en julio de 1977. Lo recuerdo porque yo estaba de permiso de la mili. Es cuando leí la carta en el despacho de S. Pintado.

    Un día contaré pormenorizada la ruta de los poetas, nuestro viaje por Alicante y Granada.

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  3. ainss estaba un poco de los nervios, no me dejaba entrar en tu blog desde hace unos días y no quería que se me pasasen estas fechas sin dejarte el mayor de los abrazos y mis mejores deseos. Un besote May : )

    ps: estos días parece que las tapas de todas las cajas de recuerdos se abren solas verdad?

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  4. AMIGA! La lealtad y la gente que quiere a los suyos son los valores que más aprecio en una persona. Qué blog más entrañable tienes! Te quiero agradecer el apoyo que me has dado siempre y especialmente en el nacimiento de mi blog que veo que sigues con atención. Gracias amiga! Desde Gijón te mando un beso muy fuerte y ya sabes donde tienes un amigo. Seguimos en contacto.

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  5. hola mayson hacia mucho tiempo que no savia por donde andabas saludos desde puerto rico..elibhetluna

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  6. Hola may no entiendo a lo que te refieres de los blog sera que hay problemas en los blog,saludos desde pr eli

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  7. ahora entendi es que dices que se desaparecieron los comentarios pues como yo no tenia luz desde las 2 de la madrugada hasta las 4,de la tarde pues ahora es que veo tu comentario

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  8. Mayson, meda la impresión que también a mí me faltan comentarios. Quizás se nos marcan como spam y nos pasan automáticamente a la bandeja de comentarios maliciosos. Alguna vez encontré allí más de un comentario dejados por amigos.

    Un abrazo.

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  9. Lo que suponía!...encontré uno de tus comentarios en mi bandeja de spam. Eso debe estar sucediendo.
    Besos

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  10. mayson entre ahora pude entrar a tu blog como no entendia lo que me decias, pense que abia escrito algo que te hiciera sentir mal pero busque en el perfil y decia que tu blog lo abian eliminado,

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  11. Más que por el blog lo hubiese sentido por los comentarios, que son irreemplazables.
    El blog, salvo alguna entrada, es calco del de "Maysonadas".
    Iré trayendo a éste algunas de las entredas de aquel.

    www.maysonadas.wordpress.com

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