Como he sido buena este año, quiero que me traigais:
Qué recuerdos...Cuántos años habré escrito la carta a los Reyes con el mismo encabezado...
Y, es que, la noche de reyes siempre ha sido única, Aún recuerdo el ritual que la acompañaba:
- Por la tarde limpieza de los zapatos (aquellos marrones, de gorila, que te regalaban una pelota de caucho, verde...), después la cabalgata, luego los preparativos para la cena, y yo ayudaba como una descosida, no fuera que..., más tarde cenábamos y queríamos terminar pronto para meternos en la cama, pero antes dejar una bandeja de dulces, para los magos y agua y paja (¿de dónde la sacaríamos?) para los camellos.
Cuando, por fin, nos decían a la cama, alineábamos los zapatos, bien lustrosos, en el balcón, dábamos un último repaso a la bandeja y volábamos a acostarnos, para dormir pronto, no fuese que los Reyes nos pillasen despiertos y entonces no habría juguetes.
¡Qué nervios! Yo no podía quedarme dormida y con cada sonido creía oir las pisadas reales, y cerraba los ojos fuerte, muy fuerte, para que si me veían, creyesen que estaba profundamente dormida, y el corazón... no lo podía parar !!!
Tuve así mis primeras muñecas:
- de cartón, pintadas, que "articulaban" los brazos y las piernas con un artilugio de gomas y ganchos.
- las peponas de porcelana, que, al inclinarlas, cerraban sus ojos redondones con infinidad de pestañas de seda, y ... lloraban!!
- de carne... al primero que tuve, lo supe más tarde, una de mis tías le hizo la ropita.
... Y fui creciendo! y mi hermano me sacó del encantamiento, se había roto el hechizo: "los reyes son los padres" y me enseñó lo que nos tenían preparado: para mí un bonito elefante, gris, que dándole cuerda en el rabo, giraba y levantaba la cabeza, un juego de aseo, con su bañera, lavabo ...., una muñeca y supongo que también cuentos, montones de cuentos, siempre los teníamos (quizás por eso me gusta tanto leer y escribir)
Si he disfrutado de niña, tanto o más he disfrutado de madre: he mantenido el mismo ritual, ya sabes, los zapatos, la cabalgata, la bandeja de dulces, el agua... y cuando el chiquitín se quedaba dormido, envolvíamos los regalos con lindos papeles, inflábamos infinidad de globos, unos los colgábamos en racimos, los demás sobre los regalos.
Por la mañana, dejábamos que el chiquitajo se levantase y siempre, al ver todo aquello corría hacia nuestra cama, no quería tocar nada, deseaba que nosotros compartiésemos esa felicidad, la suya. ¡Como recuerdo su sonrisa y su nerviosismo!
Fue creciendo, es ley de vida, y me preguntaba sobre los reyes:
- Los Reyes Magos no existen, ¿verdad?. Siempre le he contestado lo mismo, existen mientras se cree en ellos. Se aferraba, entonces, fuertemente en su creencía, tenía miedo a que si dejaba de creer se rompiese el encantamiento.
Ahora se "me" ha hecho grande y juntos vamos a comprar... ¡ropa!
Me gustaría que él, cuando tenga hijos, fuese un estupendo Rey Mago, no por los regalos, sí por la magia e ilusión que emana de ser Mago.
- de cartón, pintadas, que "articulaban" los brazos y las piernas con un artilugio de gomas y ganchos.
- las peponas de porcelana, que, al inclinarlas, cerraban sus ojos redondones con infinidad de pestañas de seda, y ... lloraban!!
- de carne... al primero que tuve, lo supe más tarde, una de mis tías le hizo la ropita.
... Y fui creciendo! y mi hermano me sacó del encantamiento, se había roto el hechizo: "los reyes son los padres" y me enseñó lo que nos tenían preparado: para mí un bonito elefante, gris, que dándole cuerda en el rabo, giraba y levantaba la cabeza, un juego de aseo, con su bañera, lavabo ...., una muñeca y supongo que también cuentos, montones de cuentos, siempre los teníamos (quizás por eso me gusta tanto leer y escribir)
Si he disfrutado de niña, tanto o más he disfrutado de madre: he mantenido el mismo ritual, ya sabes, los zapatos, la cabalgata, la bandeja de dulces, el agua... y cuando el chiquitín se quedaba dormido, envolvíamos los regalos con lindos papeles, inflábamos infinidad de globos, unos los colgábamos en racimos, los demás sobre los regalos.
Por la mañana, dejábamos que el chiquitajo se levantase y siempre, al ver todo aquello corría hacia nuestra cama, no quería tocar nada, deseaba que nosotros compartiésemos esa felicidad, la suya. ¡Como recuerdo su sonrisa y su nerviosismo!
Fue creciendo, es ley de vida, y me preguntaba sobre los reyes:
- Los Reyes Magos no existen, ¿verdad?. Siempre le he contestado lo mismo, existen mientras se cree en ellos. Se aferraba, entonces, fuertemente en su creencía, tenía miedo a que si dejaba de creer se rompiese el encantamiento.
Ahora se "me" ha hecho grande y juntos vamos a comprar... ¡ropa!
Me gustaría que él, cuando tenga hijos, fuese un estupendo Rey Mago, no por los regalos, sí por la magia e ilusión que emana de ser Mago.
Imágenes:
Adoración de los reyes magos EL BOSCO
Zapatos con lazos VAN GOGH
Friso de los reyes magos Rávena (Italia)
jejejej recuerdo que me iba a la cama sumamente nerviosa luego de haber preparado el agua y le pasto para los camellos (para los reyes no les dejaba nada! jajaja)
ResponderEliminarqué linda época!
No hay que dejar que se pierdan esas tradiciones, son muy tiernas y emotivas y no se olvidan nunca!
abrazos!
Un regalo de Reyes de mi niñez del que quizás mejor recuerdo tengo es el Scalextric con 12 ó 13 años, no me lo quisieron traer antes porque era "pequeño" (daba igual, no sé si duraría un año intacto).
ResponderEliminarEl 1º que recuerdo es un "tiburón" (Citroën) "teledirigido" al que había que dar a una manivela.
Este año ha coincidido, pero ayer me enteré por el de la tienda que ya tengo listo el ordenador que pedí, aunque he de esperar unos días a que vayan a por él, yo ¿cómo lo traigo? Este me lo regaló Mamá por Navidad hace 9 años.
Mi pareja me dijo "¿has escrito a los Reyes de Oriente?" A lo que contesté "no soy creyente, así que escribiré a la princesa de León".
Puff me has hecho recordar cuando pequeña, en una cabalgata, uno de los pajes se acercó y me llamó por mi nombre, me cogió en brazos y me preguntó si había sido buena. Yo que ya estaba a punto del colapso ni contestar podía, me caían unos lagrimones de kilo en medio de tremendo tembleque. Años más tarde descubrí que era un vecino, lo cual no quita que cada vez que lo encuentro siga viéndole "mágico" : )
ResponderEliminarCierto es que siguen existiendo mientras uno escuche al niño que todos llevamos dentro. Yo sé que has sido buena así que ni te pregunto ;) Debajo de mi árbol había un saquito de besotes con tu nombre, aquí te lo dejo
Espero amiga May que te hayan traido muchas cosas..
ResponderEliminarunos recuerdos muy dulces...
un besote, feliz semana...
P.D.a mí me trajeron carbón..ja,ja,ja